“No la quiero, quizá la haya querido, pero no la quiero. Me había acostumbrado a ella, nada más. La mayoría de las parejas no se quiere, casi todas siguen juntas por costumbre, porque creen que uniéndolas sus carencias quedan satisfechas, nada más, y nosotros no éramos pareja. No me gustan (casi me repelen) sus ojos, entre grises y marrones, ni sus dientes (su sonrisa), color carne. “Al final voy a acabar cogiéndote cariño”, dijo. Suena a farsa. Ella no tiene ninguna importancia para mí, dentro de unos años ni siquiera me acordaré de ella, conoceré otras muchachas, otras mujeres, iré a trabajar y no me acordaré de ella, leeré muchos libros más y no me acordaré de ella nunca, mi mujer y mis hijos me querrán y no me acordaré de ella, nadie se acordará”.
Con motivo del II Encuentro Literario en el Valle del Jerte, celebrado, como el anterior, en El Torno, Pablo Muñoz Regadera organizó una exposición de fotografías torniegas antiguas a las que se había añadido un texto pedido a distintos escritores. Esta fue mi colaboración, sacada de mi novela.